15.4.09

OASIS: NOCHE DE ROCK MULTITUDINARIA

Miles de sensaciones, un escalofrío en la piel, con la certeza de que has vivido momentos inolvidables. Y da igual que ellos no dieran el cien por cien –no lo dieron ni de cerca aunque quizá es que nunca lo hayan hecho, que de los genios siempre se espera más-. No importa. Oasis al 60% me aporta más que la mayoría.

14.999 personas debieron sentir cosas parecidas a las mías aquella noche del 12 de febrero en el Palacio de los Deportes. Impaciencia primero, aunque no fueran especialmente “tardones”, y después un primer estallido al escuchar las primeras notas de Rock and Roll star, canción con la que los hermanos Gallagher empezaron su concierto en Madrid. Después, en un espectáculo que duró alrededor de 75 min, se pudieron escuchar la mayoría de clásicos de la banda británica, intercalados con muchas de las canciones de su álbum más reciente “Digo out your soul”. Temas como Lyla –muy coreado- o The importance of being idle, ambos del penúltimo disco de Noel y LiamDon´t believe the truth” calentaban el ambiente y hacía que el concierto no perdiera ritmo en la espera de esos “megahimnos” que son muchos de los cortes de la discografía de los de Manchester.

Y fueron entrando en escena. Supersonic, Slide away, The morning Glory o Don´t look back in anger crearon ese clima especial que generan los punteos de guitarra de esos hermanos enfadados. Un inmóvil Liam, con las manos en la espalda y plantado delante de un micrófono que le obliga a estirar el cuello, desafió con su voz a quienes duden de que él y Noel, además de emocionar, siguen siendo unos chicos chulos y muy malos.

Y entonces llegó Wonderwall. La más esperada. Odiada por lo visto ahora por su compositor Noel, aunque la cante Liam. No entendieron bien el mensaje, argumenta. Yo solo lo entiendo a medias, explico. Pero da igual, es mi canción. Cuando empecé a escuchar el “Tin tin tiririntin”, mi traducción de los primeros acordes, me trasladé al comienzo de mi adolescencia. Aproximadamente con 14 años la escuché por primera vez. Me acordé después de todas las veces que la he escuchado desde entonces, el por qué la he sentido tan hondo siempre, las chicas por las que he sentido que nadie las quisiera de la manera que yo lo hacía en ese momento. Todas las cosas que debía decirlas y no sabía cómo.

Durante esos cuatro minutos, no quise que nadie me molestara. Sólo mirar los numerosos mecheros y teléfonos móviles, la pantalla gigante y dejarme llevar. No puedo decir si Liam la cantó bien o mal, porque o no se le oía por tanto grito –el mío el primero por supuesto- o porque yo estaba en mi mundo. Se me hizo muy corto pero después de aquello, sé que el concierto había merecido la pena.

Oasis cerró definitivamente la noche con una versión de “I am the walrus”, tema de uno de sus grupos de cabecera y probablemente quienes más les hayan influido, The Beatles.
No están nunca a tope. No se mueven prácticamente nada. No traen coreografías. Viven encima del escenario enfadados con todo. Parecen hasta desganados. Pero en serio, si pueden, vayan a verlos. Son muy buenos.

Texto: Álvaro Díaz

2 comentarios:

Anónimo dijo...

estupenda!!!!!!

Pablo Sánchez de Lamadrid dijo...

te envidio amigo, que suerte. Por desgracia yo no he tenido esas oportunidades, ya están separados